El dilema de quienes adquieren la canasta navideña acordada por el gobierno con supermerados.
El gobierno de San Luis anunció recientemente que logró un acuerdo con los principales supermercados por el cual en unos tres comercios se pueden adquirir «canastas navideñas» a precios más bajos que los habituales.
El magnífico convenio, incluye un descomunal kit festivo de doce artículos entre los que no hay carne ni pollo ni jugo o gaseosa para los chicos pero sí una bolsita de garrapiñadas.
Parecía que al fin la felicidad del pueblo era una realidad. Pero no, el destino siempre juega sus cartas más crueles en los momentos menos esperados. Y esta vez la oscuridad llegó de la mano del paquetito de maníes azucarados.
Lamentables episodios
«Es cierto, lamentablemente hemos tenido conocimiento de penosos episodios en algunos núcleos familiares que hicieron uso de ese nuevo logro de la gestión del Peronismo Federal. Por lo que sabemos, hubo unidades habitacionales donde viven los que menos tienen y en las que unos sujetos de derecho agredieron a otros por no poder acordar en una mesa de diálogo propositivo la forma de ejecutar la redistribución de la riqueza garrapiñaderil», dijo el jefe del Subprograma Comercio y Defensa del Consumidor, Darío Crivello.
Uno de los hechos se produjo en el Suyuque, donde los nueve integrantes de una familia se trenzaron en una pelea a golpes y cuchillazos luego de abrir la bolsita en cuestión. «Yo, como jefe lento del hogar, abrí la garrapiñada y me cargué una mano con lo manise y le mandé padentro. Ahí nomá mi mujer me mandó un ñoqui tremendo en la oreja, y el má grande de lo chico me partió una silleta de madera por el lomo. Me vine pabajo como sorete de cotorra», relató Omnímodo Fernández (56) desde su cama en el Policlínico de la Ciudad. Allí se repone de varias fracturas y una herida punzante en la zona de los riñones.
Aunque el caso de los Fernández se puede considerar extremo, fuentes policiales dijeron que en los últimos días se formularon por lo menos 54 denuncias por incidentes -todos familiares- que se originaron en diferencias por el reparto de las garrapiñadas.
«Un caso fue particularmentre dramático vamoecir -relató un comisario del sur de la capital puntana-, porque un masculino de 19 años, argentino, instruido, sin ocupación conocida, ingirió los productos supramencionados y al querer huir saltando hacia la finca lindera, fue interceptado por su progenitora y los demás vástagos de ésta, quienes colisiaron las botellas de sidra y ananá fizz contra la región ortoparietooccipital del masculino, a quien su progenitor, a continuación le introdujo el turrón por la zona culopática central, mientras dos hermanitos le reventaban en las orejas la lata de durazno y el pan dulce. Cuando la comisión policial enviada desde ésta llegó a la finca de estos ciudadanos, se encontró con el tétrico cuadro de toda la canasta arruinada en dos minutos».
¿Cómo actuar?
Frente a la ola de incidentes, el Ministerio de Desenrrollamiento Social conformó una Comisión Intersectorial de Análise de la Redistribución Garrapiñeril, integrada por técnicos y asesores de ocho dependencias del Poder Ejecutivo mas la participación de la Científicos de Universidad de La Punta, quienes contrataron una consultora y así pudieron elevar un informe a la Mesa de Acción que integran ministros y subsecretarios. El reporte, de duro tono, señala de modo escueto en su breve texto: «Algo hay que hacer».
La Comisión acordó entonces la realización de una intensa campaña publicitaria que hoy mismo comenzará a difundirse por canal 13 y radios subordinadas, diario de la repúblca y fac ebook de Trombeta. En la presentación -realizada en privado para los funcionarios- de la pieza que se verá por TV se ve a una familia que llega a la casa sonriendo y con la canasta en la mano. Allí se encuentran con la abuela mirando televisión. «¡Madre -exclama el hombre que lleva los productos-, mira la canasta que hemos adquirido en la unidad económica comercial de la esquina gracias a la gestión del señor gobernador!»
La anciana se levanta de su silleta y observa maravillada, mientras los niños desparraman los artículos sobre la mesa. «¡Válgame Dios -se entusiasma la viejita-, son como seis artículos!» Entonces su nuera la interrumpe: «¿Seis?? ¡Jaja!¡No, suegrita, son doceeeee!¡Doceee!» Todos se abrazan y comienzan a bailar el tema «Relojito cucú», del Los Playeros.
Entonces la más pequeña de las criaturas, un nene de unos dos años, toma el paquetito de garrapiñadas y quiere abrirlo. El padre lo advierte y le aplica en el brazo un amoroso golpe con una tenaza. «No, Pepito, las vamos a compartir. ¡Juguemos todos a contar cuántas son y luego dividámoslas por el número de integrantes de esta unidad habitacional!», agrega el hombre, mientras los aplausos de los demás tapan el llanto del niño.
El final llega entonces. Mientras se ve, en una imagen fuera de foco, a la familia contando maníes sobre la mesa, en primer plano aparecen Marley y Susan Gimenez. «El gobernador Poggi hace demasiado para que todos seamos felices y festejemos a lo loco en estas fechas; no lo hagamos llorar siendo egoístas», dice ella. Entonces sigue él: «Si compartís, la garrapiñazación exitosa es posible. Dale, vos podés». La locución en off cierra remarcando el mensaje: «El que come solo nunca es feliz. Compartí. En cada canasta navideña hay 300.000 miligramos de garrapiñadas. No nos quejemos de llenos».